martes, 6 de diciembre de 2011

Acampada cerca de Guayaquil, Bosque Protector Cerro Blanco

A solo 16 kilómetros de Guayaquil, en la vía a la costa, camino a Playas, Salinas y otros balnearios se encuentra el Bosque Protector Cerro Blanco, 6 mil hectáreas de bosque seco tropical que alberga a 54 especies de mamíferos y mas de 700 plantas vasculares y 219 especies de aves entre las que destaca el Papagayo de Guayaquil lamentablemente en serio peligro de extinción. La primera vez que lo visité fue a finales de los años 80, desde entonces he ido muchas veces, con amigos, familiares, turistas en fin con muchas personas y por muchas razones. En esta reserva natural es posible hacer caminatas por senderos delimitados, acompañados por guías especializados que están listos a responder todas las inquietudes de los visitantes. Los senderos son hacía la parte alta del cerro y tienen diferentes distancias por lo que se los puede hacer en una, tres y hasta cinco horas. Para ver las especies que habitan el bosque es necesario ir en grupos pequeños con igual interés de observación pues en la mayoría de ocasiones que he ido con familiares y amigos la idea ha sido la de distraernos o pasarla bien, lo que genera mucha distensión y obviamente poco cuidado con hacer el mínimo ruido, por lo que los animales obviamente se alejan y no se los puede ver, a pesar de esto es muy fácil ver aves de diferentes especies. Existe una gran diferencia al visitar el bosque en invierno o en verano, pues si se lo visita de diciembre a mayo (nuestro invierno) debido a las lluvias, se encontrarán con muchos mosquitos y otros insectos por lo que es necesario llevar un buen repelente, pero la recompensa a las molestias de lluvia, calor y humedad se ve recompensada con la posibilidad de encontrar varias cascadas corriendo cerro abajo especialmente en el sendero Canoa. Si se visita Cerro Blanco de julio a Noviembre (nuestro verano) cuando las noches son frías (en Guayaquil 20 grados centígrados es considerado frio, por algunos muy frio) hacen muy agradable la acampada junto a una fogata. Las noches de luna es posible realizar los recorridos sin linterna o cualquier otra luz artificial, logrando un mayor contacto con la naturaleza. Este es uno de esos lugares que nos devuelven a lo básico a encontrarnos con plantas, insectos, aves, mamíferos, reptiles y muchas formas de vida, tenemos la suerte de que está tan cerca del puerto, les recomiendo visitarlo.




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